sábado, 14 de mayo de 2011

No necesito un espejo

No quiero romper el absurdo y nimio encanto de no saber quién eres.
No necesito saber si has perdido los cupones del supermercado.
No quiero saber, ni por asomo, si tu jefe te ha denigrado en público.
No ardo en deseos de que me confieses que no sabes en qué día de la semana vives porque te da igual.
Y no quiero nada de esto porque lo último que necesito en esta vida es un espejo.
Lo que sí necesito es que me digas, que me grites, que eres jodidamente diferente, marciana, a todo lo que conozco, soy, siento, padezco, tengo, vivo.
Quiero que me jures que contigo las horas no son de 60 minutos.
Quiero que me asegures que el hecho de que salga el sol no implica, para quien -afortunado él- esté a tu lado, necesariamente que después se ponga.

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